Sabemos
que el Perú está lleno de destinos maravillosos. Este generoso país
recibe a viajeros locales y extranjeros de todos los rincones del mundo. Hay
para todos los gustos, aquellos aventureros que buscan explotar la adrenalina
al máximo, otros que buscan tener una experiencia vivencial en el viaje, y
quienes son amantes de la naturaleza y más.
En ese sentido, Pozuzo puede ser el
destino de esos tres tipos de turistas. Es una mezcla cautivadora de culturas y
costumbres y reúne características que, tranquilamente, identifican a todo tipo
de viajero. Rodeado de montañas es idóneo para los amantes de los deportes de
aventura como canotaje, ciclismo de montaña o caminatas. Pero también nos
muestra cómo es la vida en un lugar en el que el caos de la urbe no existe. Un
ambiente de paz y amabilidad flota en sus calles y chacras, brindando la
ansiada tranquilidad que busca el viajero.
En Pozuzo, los atractivos turísticos van
reluciendo cada vez más, ya no se trata solamente de la majestuosidad de la
reserva nacional aledaña como el Parque Nacional Yanachaga-Chemillén, sino que
además están las vivencias que se pueden experimentar en el pueblo y las
actividades complementarias. Por esta razón, el sector turismo va adquiriendo
una importancia nunca antes vista como dinamizador económico; sin embargo, no
se deja de lado las actividades tradicionales como la agricultura y la
ganadería.
A tres horas de Oxapampa (Pasco), en
medio de la selva central, Pozuzo baila y celebra esa contradictoria pureza,
pues si bien es cierto sus raíces son una mixtura tanto en las formas de vida,
como en su bella arquitectura, el ambiente comunitario que tienes es
envidiable. Esta mixtura no se demuestra solamente en su arquitectura. Sus
habitantes, alrededor de 2 mil 500 personas, varían entre descendientes de
colonos europeos, mestizos y amazónicos netos. Esta es, realmente, la ciudad de
todas las sangres.
El centro histórico y cultural de Pozuzo
es considerado como patrimonio cultural, pues reúne la mayoría de atractivos
referidos a los colonos. Entre ellos se encuentra la iglesia San José,
construida en 1985 con madera, piedra, cal y material noble. Además, el
cementerio donde descansan los restos de José Egg, guía espiritual de los colonos.
También cuentan con el Museo Schafferer, donde se exhiben antiguos objetos y
pertenencias que trajeron los colonos, tales como herramientas de trabajo,
utensilios de cocina, cerámica, fotografías, muebles, etc.
De esta manera, Pozuzo se presenta como
un destino híbrido que recoge lo mejor de tres culturas principalmente:
alemana, austriaca y, por supuesto, la peruana. Una parada obligatoria para
terminar de conocer la gran mistura peruana.
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